ARGUMENTARIO DÍA MUNDIAL DEL SIDA
Un buen día para no callarse
En 1988, hace casi 20 años, la Organización Mundial de la Salud declaró el 1 de diciembre Día Mundial de Lucha contra el SIDA. En todo este tiempo la apreciación social de la enfermedad y de quien la padece ha ido cambiando. Del estupor inicial y el miedo subsiguiente se ha derivado hacia enfoques menos dramáticos.
La opinión pública ha insertado el SIDA en un ámbito de normalidad: cuando el Primer Mundo está a un paso de convertirla en crónica, la enfermedad, como un viejo fantasma, se oculta en el armario de la conciencia colectiva. Baste un ejemplo: si la evolución del lenguaje es un reflejo de la sociedad, no habrá de extrañar que el SIDA haya perdido sus vistosas mayúsculas (de SIDA a sida) en el Diccionario de la Real Academia
Que el SIDA sea “normal” no evita que año tras año siga generando nuevos casos. Que el mundo civilizado disponga de medios para frenar su avance no le quita ni un gramo de horror a su trágica incidencia en los países más pobres y menos desarrollados. Por “normal” que parezca, el SIDA sigue constituyendo una realidad excepcional.
Desde el Comité Ciudadano Anti-SIDA de Asturias consideramos que normalidad no es lo mismo que indiferencia. Por eso, para evitar que se traspase el estrecho margen entre una y otra, creemos que hay que seguir hablando de la necesidad de combatir el SIDA. Hablar para hoy y para mañana, invitando a la prevención, apelando a la conciencia, recabando apoyos.
Muchas veces la confusión no se alimenta de palabras, sino de silencios. El 1 de diciembre toca alzar la voz La cadena humana que, como cada año, se iniciará en La Escalerona añadirá a la presencia de ciudadanos anónimos la de algunos líderes, personas influyentes que por su relevancia pública aportan voz propia y significativa a esta lucha. Pero buscando líderes que hablen claro hemos querido apuntar alto.
Por aquello de que el medio es el mensaje, hemos recabado dos testimonios con nombre propio, dos personajes a los que sólo se alude tangencialmente, esperando que el receptor complete su identidad. No hemos puesto palabras en su boca: apenas hemos cambiado el contexto de las suyas para dotarlas de un nuevo sentido. El primero, un tal Alonso, se reconoce positivo y reivindica la superación compartida. El segundo, un tal Juan Carlos, se rebela contra el silencio que rodea al SIDA y anima contundente a alzar la voz.
¿Quién no escucharía lo que Alonso o Juan Carlos tienen que decirnos? ¿Quién no les prestaría atención? Necesitamos vencer la indiferencia, es preciso que la lucha contra el SIDA vuelva a primera línea del interés ciudadano. En el Día Mundial del SIDA buscamos voces para poner el mensaje en circulación: la de Alonso, la de Juan Carlos, la tuya… El 1 de diciembre es un buen día para no callarse